sábado, 20 de octubre de 2012

Decepción

Uff, por fin he encontrado un hueco para escribir. Esto de estar huyendo continuamente de los soldados imperiales, de los cazarrecompensas, de mi antiguo padawan... del imperio en general, es agotador hasta para un Jedi bien adiestrado como yo.

Hoy voy a contaros una historia de mis días en la academia esperando para ser seleccionado por algún Jedi para que fuese su padawan.

Había una compañera con la que me llevaba muy bien, incluso se podría decir que estábamos enamorados, pero como la orden Jedi prohíbe el amor (porque lleva al lado oscuro...) ninguno hizo nada que pudiese poner en peligro nuestra estancia en la academia y destruir nuestras ilusiones de convertirnos algún día en Caballeros Jedi.

Lo que nos acontece sucedió una tarde otoñal en la capital de la república (no del imperio...). Estábamos todos los padawan en la sesión diaria de entrenamiento mental con el Maestro Yoda, aprendiendo a controlar la mente de los más débiles mediante la Fuerza. Debo decir que esto se me daba bastante bien, ya que aunque todavía ningún Caballero Jedi lo había percibido, era muy bueno en todo lo concerniente a la Fuerza y lo demostraba cada día.

Durante la sesión de ese día, Yoda nos pidió que indagásemos un poco más en la mente del contrario, que no sólo podíamos influir en ella, sino que podíamos llegar a leer sus pensamientos, para así en un posible combate adelantarnos a sus movimientos. Dio la casualidad de que ese día mi pareja en las prácticas fue Raquel, una padawan Jedi venida de un planeta del borde exterior llamado Tierra (un nombre muy raro para un planeta cuya superficie mayoritaria es de agua...) y de la que estaba enamorado (creo recordar que ella sentía lo mismo).

La primera en realizar el ejercicio fue ella. Se trataba de bloquear la mente para dificultar lo máximo posible la tarea del oponente y que fracasase, indicando por un lado que el otro padawan no estaba listo todavía y que tú lo dominabas lo suficiente como para afrontar pruebas más duras. Así que yo bloqueé mi mente lo mejor que pude y lo único que pudo percibir ella (que yo no quise ocultar) fueron mis sentimientos. Al notarlo, se ruborizó y perdió la concentración, por lo que fue mi turno para contraatacar.

Al pillarla desprevenida accedí por completo a su mente, de repente podía leer sus pensamientos, acceder a sus recuerdos, percibir con más fuerza sus sentimientos. Era como un libro abierto. Pero un libro abierto también tiene sus inconvenientes. Yoda nos había avisado: "si control mental bueno tenéis, tentados por el lado oscuro estaréis". No le faltaba razón. La sensación de poder fue tan intensa que en ese momento mi mente se nubló, de repente decidí que lo mejor para seguir aprendiendo sería jugar un poco con su mente, así que "borracho" de poder y muy cerca del lado oscuro, empecé a hurgar en su mente, accediendo a sus recuerdos más preciados y en un ataque de enajenación mental, borrarlos.

Yoda se percató de lo sucedido inmediatamente y consiguió pararme casi al instante, pero por desgracia el daño ya estaba hecho. Había borrado los recuerdos que Raquel tenía de los dos juntos, nuestras charlas después de los entrenamientos, nuestras comidas, nuestros paseos, sus sentimientos hacia mí...

El Maestro Yoda intentó recuperar esa parte de la memoria, pero había hecho tan buen trabajo que le resultó imposible. Ella acabó el entrenamiento como si no hubiese pasado nada, me conocía como al resto de padawans, sí, pero ya no era mi amiga y por supuesto, ya no sentía nada por mí.

No era la primera vez que me pasaban este tipo de cosas. Debía ser por eso que los Caballeros Jedi no me elegían a mí, debían pensar que era peligroso. Menos mal, que al poco tiempo fui elegido padawan del grandísimo caballero Jedi Qui-Gon Jin y gracias a su perseverancia conseguí convertirme en el Jedi que soy hoy en día.

Cada vez que me acuerdo de ella, y han pasado muchos años, me pongo a llorar sólo de pensar en el daño que le causé. Es una lástima que no haya una forma de crear una copia de seguridad de nuestros pensamientos/sentimientos. Imaginaos las posibilidades... Tranquilízate Obi-Wan, este tipo de pensamientos son los que te han traicionado más de una vez y te acercan al lado oscuro...

Ya sabéis, allá donde estéis, por muy en peligro que os halléis, no uséis vuestro poder mental de los Jedi para borrar los recuerdos de la gente, os arrepentiréis el resto de vuestra vida, os lo puedo garantizar.

Si alguien ha sobrevivido a la orden 66 y escucha mi mensaje, por favor no contactéis conmigo, pues nos delataría a los dos y pondría en peligro mi misión de vigilar al joven Luke Skywalker, aquel que en un futuro no muy lejano acabará con el imperio y traerá la paz de nuevo a la galaxia.

¡Que la Fuerza os acompañe!

miércoles, 11 de julio de 2012

Yo y la velocidad

Hola a todos los Jedi esparcidos por la galaxia. Hoy vengo a hablaros de algo muy preocupante.

El imperio ha decidido limitar la velocidad de los viajes interestelares y ha colocado patrullas de soldados imperiales en las rutas más transitadas con unos modernos detectores de velocidad para multar a todos aquellos viajeros que superen en 6 veces la velocidad de la luz. ¿Dónde vamos a parar?

Debo advertiros que no hace mucho en un viaje a Tatooine para ver el concierto de fin de curso del joven Luke Skywalker me topé con una patrulla imperial, al principio no les hice mucho caso, pero al poco me alcanzaron y me pusieron una multa por exceso de velocidad. ¿Os lo podéis creer? Menos mal que usé mis trucos mentales Jedi para nublar su percepción y que no me reconociesen, sólo me faltaba ya que por un despiste como este mi antiguo padawan y enemigo de la libertad Darth Vader me encontrase.

Así que debo deciros a todos los Jedi que aún sobrevivís a la masacre de la orden 66, vigilar la velocidad a la que ponéis vuestros starfighters pues podéis caer en las garras del imperio.

Yo a partir de ahora, ya que debo seguir velando por el joven Luke, vigilaré la velocidad de mi aeronave y evitaré volver a caer de nuevo en las garras del imperio.

¡Qué la Fuerza os acompañe!